PIEZA DE JULIO

Pieza del mes - Museo Josefina y Julián

PIEZA DE JULIO

Título: Rêveuse. “Soñadora”

Técnica: Grabado.

Fecha: 1936.

Firma: Julián de la Herrería.

Medida: 310 x 230 mm.

Procedencia: Donación Josefina Plá.

Este mes de julio, al conmemorarse un nuevo aniversario del fallecimiento de Andrés Campos Cervera —más conocido como Julián de la Herrería—, seleccionamos como pieza del mes un grabado especialmente significativo: Rêveuse (“Soñadora”), un retrato de Josefina Plá, a quien él llamaba cariñosamente Mimí. Aunque Julián de la Herrería no formó parte del Grupo Arte Nuevo, su figura fue clave en la formación artística e intelectual de Josefina Plá, quien sí sería un pilar central del grupo. Lo aprendido junto a él —tanto en técnicas como en sensibilidad estética— permeó en las búsquedas del movimiento que este año celebramos en el Centro Cultural.

La obra fue firmada y fechada en 1936, pero según la propia Josefina, el artista tenía la costumbre de firmar algunas piezas tiempo después de realizarlas. Este aguafuerte, en realidad, fue producido hacia 1926, en Asunción, y ya figuraba en el catálogo de su exposición individual de 1929 como la pieza número 97. El título en francés remite al carácter introspectivo de la joven recién casada, que aparece con la mirada perdida hacia atrás, sobre un fondo neutro. Julián concentra aquí su esfuerzo en plasmar con fidelidad los rasgos fisionómicos de su modelo, fácilmente reconocibles en las fotografías de la época.

La obra transmite una sensibilidad existencial que anticipa el universo poético de Josefina: un mundo interior atravesado por preguntas sobre la condición humana, la melancolía y el sentido de la vida. En esos años, su escritura ya comenzaba a revelar un tono lírico cargado de nostalgia, con ecos del simbolismo español y de Federico García Lorca.

Julián y Josefina se casaron por poderes en 1926. Ella, con 24 años, llegó a Paraguay desde las Islas Canarias en febrero de 1927 para reunirse con él. Vivieron sus primeros años de matrimonio en la quinta familiar de Villa Aurelia, donde Julián había construido un horno para cerámica. Allí trabajaban juntos en encargos, especialmente en paneles decorativos. Fue en ese contexto doméstico y creativo donde Josefina aprendió las técnicas del grabado, la cerámica, y comenzó también su labor como escritora y periodista.

El fallecimiento de Julián, el 11 de julio de 1937, marcó un punto de inflexión. Al año siguiente, Josefina decidió instalarse definitivamente en Asunción. Su legado se proyectaría desde entonces en múltiples dimensiones: como artista visual, poeta, dramaturga, crítica y pionera en la construcción de una historia social del arte en Paraguay. Como recuerda Beatriz Bossio, fue una mujer “que lideró movimientos artísticos, corrientes de opinión y debates fundamentales para el país”.

A lo largo de su vida, muchos artistas la retrataron, motivados por la amistad, el reconocimiento o la gratitud. Ese gesto, que convirtió su figura en un símbolo cultural, tuvo en este primer retrato de Julián de la Herrería un punto de partida íntimo y profundamente revelador.

Esta pieza, exhibida en 1939 en la muestra póstuma del artista en Casa América, es hoy testimonio de una alianza vital y creativa, y también de un momento fundacional en la historia del arte moderno paraguayo.